Traducción. Respuesta a «La Manufactura de Personalidades (Merskey)»
Contexto
Esta respuesta es encontrada en un artículo más extenso titulado «So we don’t exist?» Dissociative Identity Disorder in the University Classroom («Así que, ¿no existimos? Trastorno de Identidad Disociativo en el salón de clases) de Charles L. Proudfit PhD, LCSW (2002). Habla sobre una interacción como profesor con una alumna con TID, quien encontró al profesor como alguien que de verdad está documentado en el tema. El profesor, que también aprendió de su alumna, dio la tarea a sus estudiantes de escribir una respuesta a un artículo, y para su alumna con TID, le sugirió un artículo de Harold Merskey – uno de los escépticos más vocales del TID– titulado The Manufacture of Personalities (La manufactura de personalidades) (Merskey, 1992a), adjuntando por supuesto cartas en pro y en contra del artículo.
Merskey es un psiquiatra canadiense que defiende que la única explicación del Trastorno de Identidad Disociativo es por iatrogenia, es decir, que el médico le ha sugestionado una idea fantasiosa y el paciente por complacerlo se lo ha creído y ha generado síntomas que parecen ser lo que el médico buscaba. Es una idea refutada, pues aunque puede existir iatrogenia en casos que no son TID, los casos que sí son TID (que Merskey no parece tomar en cuenta) son en los que los síntomas existían mucho antes de llegar con un médico que sugiriera si quiera un síntoma disociativo.
Hemos traducido la respuesta de la alumna.
Traducción
La Manufactora de Personalidades (Merskey, 1992a). Respuesta
Nos divertimos leyendo la perspectiva de Merskey de la manufactora de múltiples personalidades. Se tomó toda esta molestia de desencubrir las investigaciones de Janet y Prince desde el siglo XIX y XX y aún así nunca se molestó de hablar con algún sufriente de TPM para aprender sobre el camino de su eventual diagnóstico. Parece absurdo hacer especualaciones póstumas cuando hay disponibles sujetos brillantes, articulados y bastante vivos para entrevistar. Nos da gusto que no sea nuestro terapeuta!
Brevemente discutiremos por qué no cremos que la sugestión hipnótica, inducción médica, facilitación social o iatrogénesis contribuyen a la emergencia del TPM. Básicamente, el TPM es demasiado miserable, lo consume todo, es desconcertante, y aterrador como para simplemente adoptarlo porque leímos Sybil!
Con la posible excepción de la necesidad de una defensa por demencia / locura (defensa legal al ser incapaz de sostener juicio y de cometer un crimen con dolo), nadie en su sano juicio elegiría un diagnóstico de TPM. No solo el trastorno ha estado envuelto en misterio y malinterpretaciones, el diagnóstico 300.14 del DSM-III es similar a tener diagnóstico de SIDA: florecen los juicios, las oportunidades cesan de existir, se te juzga como un fenómeno, y tu humanidad básica es negada. «Investigadores» como Merksey perpetuan los mitos del TPM e inhiben tratamientos apropiados.
Tenemos que compartir nuestro propio camino para el diagnóstico de TPM. Después de 15 años de severo abuso de sustancias, algunos de nosotros caímos en una depresión profunda. La disponibilidad de drogas y su efectividad estaba disminuyendo y todo tipo de conductas extrañas empezaron a emerger. Un minuto «ella» contemplaba tragar cientos de antidepresivos, antipsicóticos y tranquilizantes que el psiquiatra (condenado!) nos dio y en dos minutos «ella» estaría con ganas de ir a comprar un vestido para la fiesta de Navidad de su compañía. «Ella» iría corriendo a la puerta y se subiría al subterráneo, solo para tener un ataque de pánico y terminar en alguna tienda de Metro de la que no recordaba. Veríamos el mapa del Metro y aún sin tener idea de dónde estábamos en referencia con nada y solo subiríamos a los vagones esperando ver algo familiar
La gente siempre pensó que me conocía y tenía una respuesta preparada «Oh, es que tengo el rostro más familiar del mundo!». Teníamos ropa en nuestro armario que no podíamos recordar haber comprado, siempre pensamos que nuestros relojes estaban descompuestos. Mi pareja se quejaba de cambios de humor, y no recordábamos cosas que supuestamente habíamos hecho.
De verdad creíamos que perdimos la cabeza. Por supuesto que se nos dio Litio y Tegretol para manejar nuestro desorden bipolar ciclotímico, benzodiacepinas para manejar la ansiedad, píldoras para dormir para nuestro insomnio, antidepresivos para contrarrestar la depresión severa y así sucesivamente.
Presentamos nuestra historia de un abuso horrible (lo más que logramos recordar) y aún así el psiquiatra nunca lo captó. Terminamos hospitalizados dos veces tanto como paciente internado como ambulante con dependencia química y diagnósticos de TEPT, y aún así no importa qué tanto «trabajáramos el programa», reestructuráramos nuestros pensamientos y conductas, pusiéramos límites, escribiéramos nuestros sentimientos en el diario, y habláramos nuestra verdad, aún así seguíamos perdiendo tiempo (time loss, blackouts), experimentábamos sensaciones de irrealidad, no podíamos recordar hacer cosas y todavía nos sentíamos con tendencias suicidas la mayoría del tiempo.
La desesperanza era una abrumadora sensación nuestra. Estábamos tan motivados y las cosas salían peor. No podíamos detener más los diálogos internos, teníamos dolores de cabeza y dolor pélicos crónicos. Perdíamos peso y mientras tanto estábamos haciendo bien las cosas en nuestro trabajo y actuando como si todo fuera genial. ¡Qué agotador!
Y bueno, después de cuatro años y decenas de miles de dólares en terapia, nos topamos con una mujer que entendió. Trabajamos en traer recuerdos y aparentemente cuando la memoria fue discutida, una voz diferente hablaría sobre lo que pasó. Cuando otro evento era recordado, todavía otra voz (identidad) emergía. Esto seguía sucediendo sin que yo pudiera saberlo por un tiempo pero sí noté que me estaba sintiendo mejor.
Ya no había tanta guerra interna, podía recordar si había almorzado ese día, y sentía que estaba confiando en alguien más por segunda vez en toda mi vida. Finalmente, mucho a regañadientes, le admití a mi terapeuta que creía que tenía TPM y su respuesta fue, «Oh, querida, lo sé, y de verdad está bien». Así que a diferencia de la contienda de Merskey, my fragmentación no fue precipitada por la sugestión de mi terapeuta o por hipnosis, o por andar leyendo historias de TPM. Evolucionamos para salvarnos a nosotros mismos. Ahora que lo pensamos, Cornelia Wilbur tiene razón: si has estado ejerciendo por años y no has encontrado o diagnosticado un caso con TPM, tal vez tus habilidades no están a la par.
¿Estás escuchando, H. Merskey?
Referencia:
- Charles L. Proudfit PhD, LCSW (2002) “So We Don’t Exist?”, , 3:2, 1-8, DOI: 10.1300/J229v03n02_01